Si bien, ambos son servicios bancarios que ayudan a financiar proyectos o compras, hay diferencias bien definidas entre un préstamo bancario y un crédito bancario.
Mientras que en un préstamo se facilita todo el dinero requerido en el momento en que se conceda, también se debe devolver en un plazo convenido aplicando las condiciones del préstamo. Sin embargo, en el caso de un crédito, el banco pone una cantidad de dinero a disposición del cliente, que este podrá utilizar en función de su necesidad y ampliar o reducir en el tiempo.
En eso consiste la diferencia principal. Pero vamos a desgranar las características más interesantes de cada una de estas modalidades de financiación, a fin de elegir bien lo que necesitamos:
En qué consiste un préstamo bancario
En un préstamo el banco puede ofrecer cantidades fijas, a fin de realizar una compra o un proyecto definido. Este aplica condiciones ya fijadas o a elegir entre varias formas de pago. Una vez que el cliente obtiene el préstamo, se compromete a devolverlo bajo las siguientes condiciones:
- Los intereses aplicables se cobran sobre la cantidad total del dinero prestado.
- Pueden tener plazos de varios años, hasta los 15 años en algunos casos.
- Por lo general, no se puede ampliar el préstamo mientras no se haya amortizado, en el caso de necesitar más dinero, se debe solicitar otro préstamo.
- La cantidad a devolver cada mes dependerá de los plazos solicitados al igual que los intereses aplicados.
- La amortización del capital del préstamo es variable en el tiempo, pues la amortización se aplica de forma creciente y los intereses de manera decreciente. De tal manera que al principio paguemos más intereses que devolución del dinero prestado.
- Se puede pagar desde una cuenta diferente a la del banco que concede el préstamo.
Características de un Crédito bancario
En el caso del crédito, hablamos de un sistema de financiación más flexible, pues permite acceder a la cantidad prestada como un apoyo a nuestro negocio y en función de las necesidades que nos puedan surgir. El cliente no está obligado a utilizar dicha cantidad, incluso puede ampliar el crédito a medida que se haga necesario. Estas son las principales condiciones:
- Un crédito conlleva unos intereses más altos que un préstamo.
- A medida que se devuelvan las cantidades prestadas, se podrá disponer de más dinero, siempre y cuando no se supere el límite fijado.
- Cada año se puede negociar la renovación, cancelación o ampliación de la línea de crédito.
- El crédito se puede ofrecer a través de “tarjetas de crédito”, “pólizas de crédito” o “línea de crédito directo” y suelen basarse en una cuenta corriente que el cliente tiene en ese mismo banco.
En definitiva, a la hora de necesitar financiar un proyecto personal, o una compra específica, se puede elegir un préstamo y devolverlo cómodamente. Pero si lo hacemos como apoyo a nuestro negocio o empresa o para una inversión en un proyecto a largo plazo, sería más interesante una línea de crédito.
En cualquier caso y como sugerimos siempre, lo mejor es buscar asesoramiento financiero con un profesional, seguramente logrará conseguirte mejores condiciones y elegir la mejor opción para tu situación.